Cuando la emoción no se expresa, el
corazón duele
No existe nadie capaz de mirarse y ver
vacío en sí mismo, pues hasta el vacío tiene fondo dentro de todos nosotros.
Estamos llenos de personas, momentos, detalles minúsculos que nos forman cada
día como aquellas personas que somos.
Todos esas pequeñas grandes cosas nos
hicieron grandes en algún momento de nuestra vida, incluso las ausencias:
porque sé de gente que vive colmada de ausencias y hasta eso suena a estar
lleno. Lo que ocurre es que también estamos repletos de emociones que nos
duelen y cuando no se expresan el corazón no avanza.
Déjate oír, saca lo que te hace daño
Si hay algo que nos diferencia de los animales es la posibilidad de hablar. La palabra, además de poder ser
nuestra herramienta de expresión más distintiva es también, a veces, la mejor
cura que podemos tener para nuestro yo interior. Hablar es ponerle letras a
aquello que sentimos, dándole un lugar.
En este sentido, una de las cosas que
mejor nos van a hacer sentir siempre es agradecer la posibilidad que nos brinda
la capacidad de expresarnos en voz alta para mostrar lo que duele, dejarlo
salir y hacerlo marchar. Expresar lo que sentimos es una forma de liberarnos.
Ponerte coraza no te hará más fuerte,
solo parecerlo
Los momentos en los que la vida nos
cierra las puertas, inclusive a nosotros mismos, provocan que perdamos las
riendas de lo que somos y la única forma de volver a tomarlas es dejarte oír,
gritar si es necesario.
Tenemos claro que lloramos y
hasta a veces nos odiamos. Como si tuviéramos la culpa de estar bloqueados y
existiese algo más poderoso que nosotros que
nos obliga a callar y seguir atados: no sabemos definirlo con certeza,
pero está ahí.
Porque a la manera en la que quería
hacer llegar con el título, cuando el dolor no se expresa, el corazón duele.
Duele porque todo sigue dentro, como si tuviéramos alfileres en las manos y
cada vez que nos tocáramos nos pinchásemos.
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